02 octubre 2009

PARA EL 2 DE OCTUBRE

1. Discusión sobre el mestizaje (25 de septiembre)


El esencialismo dominante

En Bolivia, el mestizaje es un tema de discusión controversial: negativo para algunos, porque estaría corrompiendo una supuesta doble pureza original (del “blanco” y del “indio”), el mestizaje es presentado como beneficioso por otros porque una nación mestiza permitiría resolver el llamado “problema nacional” (política del MNR a partir de 52).

Las visiones se fundamentan en concepciones esencialistas (la etnicidad basado en rasgos inamovibles y por lo tanto muchas veces biológicos) de la etnicidad: si alguien adopta un idioma ajeno, cambia de vestimenta o va vivir a la ciudad… ya sería mestizo. El “indio” es aquel que vive en la comunidad (en una TCO o en un ayllu), trae abarcas y habla su idioma nativo. Así lo expresa el historiador Ramiro Prudencio[1]:

En cuanto a los indios, basta que aprendan castellano o se avecinen a una ciudad para que sean culturalmente mestizos. Por lo tanto, el cristianismo, el castellano y nuestra cultura virreinal mestiza, con las Vírgenes de Copacabana, Cotoca y Urkupiña, y con el Cerro Rico de Potosí, la Universidad de Charcas, y las misiones de Moxos y Chiquitos, son el origen y base fundamental del ser boliviano.

La clasificación de la población en categorías en función al tipo de mestizaje biológico sufrido por cada persona, era un proyecto colonial destinado a fragmentar y jerarquizar a los pueblos colonizados, evitando así toda reivindicación masiva, y garantizando la superioridad de los blancos. El estudio de Pitt-Rivers sobre las “castas” en México nos da una buena idea de esta naturalización de la población: un “mestizo”, por ejemplo, procedía de un hombre “blanco con una india”, un “mestindio” de un “indio con una mestiza”, un “cholo” de un “mestizo con una india”, etc.

A fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, se busca justificar “científicamente” la exclusión de los “mestizos e indios” de la ciudadanía boliviana, acudiendo al positivismo y el darwinismo europeo de la época:

“Según Antelo, que se refería a Bolivia, el cerebro indígena y el cerebro mestizo son por sus mismas células incapaces de concebir la libertad republicana con su orgullo democrático y sus prestaciones cívicas. Por términos medio, estos cerebros pesan entre 5,7 y 10 onzas menos que el cerebro de un blanco de raza pura” (G. René Moreno, 1960 citado por Démelas 1981[2])

Sabemos que “misiones científicas”, la de Créqui-Montfort y de Rouma, por ejemplo, comprobaron la inferioridad biológica indígena y por ende su incapacidad de adscribir al proyecto civilizador de la élite criolla al poder, tema que un siglo después está lejos de haber sido resuelto.

Al ser usadas para estigmatizar y discriminar a la población indígena y mestiza a lo largo de la historia boliviana, el uso de categorías étnicas resultan prácticamente tabú en la vida cotidiana o utilizados para insultar o inferiorizar a la gente. “Chota”, “chola”, “birlocha”, “indio”… por ejemplo son designaciones peyorativas que representan difícilmente –menos tal vez en cierto medio intelectual- categorías de auto-identificación étnica. Llegamos a la situación de que la sociedad boliviana tiene profundas contradicciones étnicas, pero no tiene las palabras para hablar de ello, sino en términos que excluyen a su vez.

Cabe mencionar también, que el esencialismo que sirve para discriminar, es al mismo tiempo prácticamente indisociable de toda lucha de reivindicación étnica. ¿Cómo reivindicar los derechos de un grupo étnico o nación indígena, sin encontrar factores objetivos de identificación? ¿Sin insistir en algunos rasgos comunes, y no así en todas las diferencias que existen en un grupo? Encontramos todavía un trasfondo esencialista-biológico en los discursos indigenistas-indígenas de hoy: “La sangre llama” evocaba Evo Morales el 6 de septiembre para aliarse a los candidatos indígenas (Roman Loayza y Felipe Quispe, etc.).

Como ya lo dije, la etnicización de la sociedad boliviana correspondía a un proyecto colonial. Sabemos que el término “aymara” llegó a representar a una nación durante la colonia, pues antes – y hasta hoy en muchos casos- designaba únicamente a un idioma.

En el Censo de 2001, la categoría “mestizo” no era presente en las opciones sobre auto-identificación étnica.

Silvia Rivera[3] menciona al respecto:

No sé cómo representan los autores de estos mapas la composición étnica del resto de la población y el territorio, la que no está incluida en los bolsones territoriales indígenas. ¿Será que constituyen la trigésima séptima etnia? ¿En ella cabremos las birlochas, las cholas y los mestizos? ¿A qué etnia pertenecen los descendientes de migrantes croatas, alemanes o japoneses? Yo creo que el esquema esencialista y compartimentado de la etnicidad forma parte de las estrategias de las elites para reproducir su poder, ya que en este universo fragmentado, sin duda alguna, quienes no están nombrados son los que mandan y ordenan la sociedad política. Así acallan y dominan a los indígenas al convertirse en sus asesores, intelectuales y voceros.

Mestizaje y globalización

En la discusión del día viernes, hemos visto que el mestizaje –tal como lo encontramos en la globalización- está asociado a la homogeneización, es decir negativamente, como una amenaza a las culturas locales, como un proyecto cultural mundial, orquestado desde el el Norte. En realidad, parece que la globalización –que sin duda es un proyecto basado en la expansión mundial del capitalismo- se asocia a procesos culturales más complejos. Observamos por ejemplo que la globalización no impide -y más bien genera- reacciones mediante procesos “heterogeneizantes” de pueblos, culturas, regiones, etc.

Es que seguimos vehiculando esta visión victimaria de los países del sur, como simples actores pasivos del consumismo globalizado, sin capacidades de reacción, apropiación, interpretación, elección.

Mestizaje e ideología

Se subrayó también, el día viernes, la dificultad a mi modo de ver está en la inevitable connotación política e ideológica de toda posición sobre el mestizaje, como si identificarse –o no- como mestizo sería estar a favor o en contra del proceso político actual, cuando en realidad la mayoría de los actores del gobierno se identifican o pueden ser identificados como mestizos, proceso acentuado por las listas de candidatos a diputados y senadores del MAS en las próximas elecciones.

Notas

[1] Ramiro Prudencio , El mestizaje en Bolivia, La Razón, 26 de julio de 2006, diponible en: http://sitemason.vanderbilt.edu/files/gp2njG/2006%20Bolivia%20La%20Razon%20Columnistas%20El%20Mestizaje%20en%20Bolivia%20por%20Ramiro%20Pudencio%20Lizon%20julio%2026.pdf (consultado 20/09/09)

2 Danièle Demelas (1981) “Darwinismo a la criolla: el darwinismo social en Bolivia 1880-1910”, Revista Historia Boliviana I/2.

3 Silvia Rivera, Violencia e interculturalidad.

Paradojas de la etnicidad en la Bolivia de hoy, disponible en: www.ubnoticias.org/file_download/.../violenciaeinculturalidad.pdf

2. Para el 2 de octubre

Lectura y fichado de uno de los textos sobre agua y recursos naturales (Fotocopiadora resmar)




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